Hay veces que uno no tiene nada que decir, no porque esté triste o porque la inspiración haya volado, simplemente no hay nada que decir. Y no se dice nada porque las imágenes hablan por sí solas. Y si se habla se estropea. Y las cosas a veces no hay que comentarlas sino admirarlas.
Como esa casa de tus sueños, preciosa, blanca y silenciosa en la que solo se necesita vida, vida que de un momento a otro pareciera asomar por la puerta. ¡Buenos días!
Fotos: Tránsito Inicial
Madrid, abril de 2014